Por Ana Gabriela Quintero
Al igual que en otras áreas de desarrollo del ser humano, en el deporte también se han establecido normas que tienen como fin común lograr que se respeten los valores y principios debidamente establecidos para el efectivo desarrollo de la actividad. Estos valores pueden ser la justicia, la equidad y la igualdad.
Teniendo en cuenta esto, una norma establecida desde los inicios del deporte y que ha sido determinante para el desarrollo efectivo del mismo, es la clasificación y la separación de los competidores, atletas y jugadores de acuerdo a su peso, tamaño, estatura, edad y principalmente de acuerdo al sexo biológico y al género asignado al momento de nacer.
Debemos entender que hoy en día se reconoce al sexo y al género como dos términos distintos que no guardan relación uno con el otro. El sexo es determinado por la información génetica que posee el ser humano al nacer, es decir, si nace con cromosomas XX o con cromosomas XY. Por otro lado, el género es entendido como una construcción social que va determinada de acuerdo a la identificación de cada ser humano sobre sí mismo. Esto quiere decir que el hecho de que una persona nazca con cromosomas XX o con cromosomas XY, no va a determinar el género por el que se va a sentir identificado el resto de su vida. Y aunque el ser humano aún no puede cambiar la información genética con la que nace, sí puede cambiar el género con el que desea ser identificado, es decir, mujer u hombre.
Sin embargo, aunque esto representa un gran avance para la sociedad, también representa un gran reto para el deporte tal y como está ocurriendo hoy en día. Al igual que en el año 1900 el deporte debió prepararse y ajustarse a la inclusión de las mujeres dentro de las competencias, hoy en día las organizaciones, federaciones, clubes y equipos se encuentran estudiando la posibilidad de la inclusión de personas transgénero e intersexuales en las distintas disciplinas.
Esta inclusión ya ha sido posible en distintos deportes a nivel internacional, tales como, el tenis, el ciclismo y el atletismo con ciertas regulaciones que permiten asegurar la prevalencia de los valores y los principios de cada deporte. Sin embargo, en otros deportes donde la información genética juega un papel fundamental en las capacidades del deportista, esto ha representado un reto para la inclusión. Entre estos deportes se pueden mencionar el rugby, balonmano y el boxeo.
¿Qué es determinante para el deporte?
Hoy en día nos encontramos en presencia de una gran cantidad de géneros reconocidos por la comunidad LGBTIQ+. Sin embargo, a efectos del deporte y del género caben resaltar las personas cisgénero y transgénero. Luego existen otros casos importantes de mencionar y tratar como son las personas intersexuales, las cuales no deciden su propia condición genética y las personas no binarias, las cuales no encajan en alguna categoría binaria reconocida por el deporte para participar en el mismo, como lo son femenino o masculino. Tanto el género como el sexo es determinante dentro del deporte.
¿Cuál es la principal diferencia entre los géneros antes mencionados y cómo es manejada su inclusión dentro del deporte?
Una persona cisgénero es aquella que se siente identificada con el género y el sexo que se le fue asignado al momento de nacer.
Una persona transgénero se siente identificada con el género opuesto que se le fue asignado al momento de nacer pero no necesita someterse a un procedimiento quirúrgico para ser reconocido como una persona del género opuesto.
Una persona transexual se somete a distintos procedimientos quirúrgicos, entre ellos, reasignación de sexo.
Una persona intersexual nace con características biológicas de ambos sexos, tantos masculino como femenino.
Y una persona no binaria es aquella que no se identifica con ningún género establecido dentro de la regla binaria, ni masculino, ni femenino.
Las mujeres transgénero nacen con una carga genética XY, sin embargo las mujeres intersexuales pueden nacer con una carga genética XX o XY que hace que obtenga ciertas características biológicas que permiten el desarrollo de cualidades físicas importantes a nivel deportivo. Un ejemplo de una atleta intersexual es Caster Semenya, quien nació con una carga genética XY pero es reconocida y se identifica como una mujer. Por otro lado, un ejemplo de una jugadora transgénero es Hannah Moncey quien nació con una carga genética XY y se le fue asignado el género masculino pero ella se siente identificada con el género opuesto, por lo que, para poder competir con el género femenino debe someterse a un tratamiento hormonal para reducir los niveles de testosterona que produce naturalmente su cuerpo.
Por lo tanto, es distinto el trato que se le debe dar a un hombre transgénero, a una mujer transgénero como a un hombre o una mujer intersexual debido a que la mayoria de las normas que permiten su participación en el deporte, exigen requisitos y procedimientos que se deben llevar a cabo de manera distinta para cada clasificación.
En el mundo del deporte no se hace gran distinción entre una persona transexual o transgénero, debido a que no es necesaria la reasignación de sexo para que el jugador transgénero pueda competir.
Sin embargo, si hay un requisito en común que se ha ido reiterando para que las mujeres transgénero y las mujeres intersexuales puedan competir en la categoría respectiva y es que ambas deben mantener sus niveles de testosterona por debajo de 5 a 10 nmol / L dependiendo de las normas establecidas por el deporte que practique.
Todas estas diferencias a nivel físico, social y biológico representan un gran reto, no sólo para las personas transgénero y las personas intersexuales, sino también para las personas que hacen vida dentro del deporte y regulan su actividad. Es importante recordar que son personas que tienen el derecho de ser incluidos en todas las actividades de la sociedad aunque esto aún siga representando un gran camino por recorrer lleno de investigaciones y avances médicos que permitan su inclusión y además, asegure el cumplimiento y el respeto de las normas y los valores del deporte.